7 Ejercicios que mejoran nuestra postura corporal

El cuerpo refleja las tensiones físicas y emocionales. Nuestro cuerpo nos sirve como vehículo para relacionarnos con nosotros mismos, el entorno y los demás. Nos movemos, expresamos y evolucionamos en un constante intercambio entre un mundo interno y otro externo. Somos nuestra postura y nos expresamos a través del movimiento.

Las malas posturas en la vida diaria, las tensiones creadas por lesiones, la falta de movilidad de las articulaciones, incluso las malas digestiones, los problemas oculares, de equilibrio, de oclusión o apoyos plantares, el exceso o la falta de actividad física… todo esto, tarde o temprano, acaba expresándose en patrones de tensión postural y de movimiento.

Estos patrones de tensión no se solucionan a base de ejercicios repetitivos sino a partir de principios universales de movimiento, que permiten comprender desde el primer día cómo liberar los patrones de tensión, cómo mejorar y poder alcanzar el máximo potencial de una manera sencilla, progresiva, segura y precisa. Esa es básicamente la filosofía del método de integración postural y del movimiento. 

El ser humano se organiza en relación a sí mismo y al espacio/tiempo mediante sistemas de información. En un plano corporal podemos diferenciar la información externa que filtramos a través de los sentidos y la información interna que nos dan los sistemas fisiológicos. Esta dimensión se interrelaciona con el aspecto afectivo-emocional, mental, social y cultural. Su combinación deja una impronta en la organización de nuestro cuerpo, lo que da como resultado un patrón postural y de movimiento. Por eso, es de gran importancia integrar aspectos tanto pasivos (terapia manual) como activos (terapia a través del movimiento).

El resultado es la integración de distintas especialidades que permiten reconocer nuestros patrones, regular la función tónica y reducir las tensiones; mejorar la funcionalidad de los sistemas fisiológicos y la calidad de vida; posibilitar movimientos más fluidos en la interpretación musical y el rendimiento deportivo; integrar nuestra conciencia, esquema e imagen corporales, así como adquirir herramientas para gestionar las tensiones creadas en las posturas y movimientos.

1. El movimiento cotidiano

El movimiento cotidiano de dar o recibir un objeto o simplemente dar la mano, por ejemplo, sirve como punto de partida. Compara al principio y al final las sensaciones que experimentas después de practicar los ejercicios. Siente qué zonas están más cerradas, en qué partes no consigues transmitir el movimiento de una manera fluida para irlas desplegando poco a poco en las secuencias que se proponen.  

2. Generar un movimiento relajado

Con la ayuda del terapeuta o a solas, buscar el generar un movimiento relajado y lo más pasivo posible. Sentir si se genera un movimiento que pueda transmitirse de los pies hacia la pelvis, columna, cabeza y brazos, o si por el contrario existe alguna zona de restricción. Recordar las zonas de tensión para ir liberándolas.

3. Soltar la tensión

Con el fin de liberar la tensión y empezar a regular el tono, realizar micromovimientos con las articulaciones, sacudir las extremidades sin perder el contacto con el suelo y rotar ligeramente las extremidades hacia el interior y hacia el exterior.

4. Mover las articulaciones

Intentando generar uno mismo el movimiento, sentir cómo movemos el pie desde el talón, la parte externa, y desde el dedo pequeño hasta el gordo, y sentir la continuidad del movimiento a medida que sube por la pierna hasta la parte interna de la rodilla.  

5. Liberar la pelvis

Viniendo del movimiento anterior y sin perder el contacto de la pierna con el suelo, sentir cómo la articulación de la cadera empieza a rotar hacia afuera. Trasladar el contacto desde la parte externa del pie hasta la interna. Permitit que se transmita el movimiento desde el apoyo en el suelo hacia la rodilla y la cadera, elevándola ligeramente, y sentir cómo desde la planta del pie hasta la zona lumbar se crea un movimiento de continuidad sin esfuerzo.  

6. Movimiento espiral

Proyectando el brazo por encima de la cabeza y deslizandola pierna contraria siente el movimiento espiral que se genera desde la pierna y en la columna. Permitir que se expanda a través del movimiento y la respiración de la caja torácica en su parte anterior y lateral.

7. Tomar conciencia

Tomar conciencia del contacto de nuestro apoyo y la relación con el suelo. Sentir cómo generamos el movimiento desde los dedos del pie,pasando de la parte externa a la interna hasta el pulgar. Permitir que la transmisión de este movimiento desde el contacto con el suelo pueda fluir en una espiral a través de toda la pierna, la pelvis, el abdomen y el tórax como en la fase en que estamos recostados en el suelo. 

Ejercicios que mejoran nuestra postura corporal

Un buen diagnóstico previo permite comprender el patrón postural de una persona en relación a la fuerza de gravedad y su organización en el espacio. Es el mapa que nos guía en el camino terapéutico. Por ejemplo, si se cierran los ojos y se le pide a alguien que estire de nuestro pantalón en cualquier dirección, se nota cómo el punto fijo desde el cual se genera esa tracción modifica la sensación corporal e incluso el propio esquema postural.

Este punto fijo de tracción puede considerarse como la restricción de movilidad de una estructura corporal, o de un sistema fisiológico, o bien de la deficiente motilidad de un órgano que no permite que los movimientos gocen de libertad.

En nuestra organización externa con el entorno, la posturología clínica nos ayuda a comprender la importancia de los sentidos; estos pueden generar patrones de desequilibrio que afectan a la posición del cráneo, la columna, la pelvis o las extremidades.

Se analiza la entrada de información a través de la visión, sistema vestibular, apoyos plantares, cicatrices, así como la relación de la articulación temporomandibular (ATM) y de la oclusión, ambas de gran importancia y relación con los problemas craneales y cervicales. Desde la osteopatía se analiza la organización interna en relación a la movilidad de los tejidos, órganos y diferentes sistemas fisiológicos. La combinación de esta visión externa e interna permite obtener un mapa donde se generan las restricciones y las relaciones entre ellas.

La medicina tradicional china nos permite considerar que la falta de movilidad y motilidad de los órganos puede provocar desequilibrios en la funcionalidad de los meridianos. Todo ello afecta a su vez a las emociones, las estructuras y tejidos asociados. Desde una visión más cercana a la psicología, determinados patrones posturales se asocian a diferentes tipologías de carácter. Todo esto nos ayuda a comprender nuestra corporeidad, a nosotros y a los demás, permitiéndonos un desarrollo personal más amplio.

La Terapia manual

La terapia manual, a través de la osteopatía y las técnicas que regulan la elasticidad de las fascias, las membranas y el tejido conjuntivo en general, ayudará a devolvernos «la talla» que nos permita movernos con mayor amplitud y tener así una postura más eficiente, de menor gasto energético.

El análisis del movimiento permite comprender que las tensiones y lesiones repetitivas o el hecho de que no se mejoren marcas, a menudo tiene más que ver con una coordinación deficiente de las unidades funcionales y el desequilibrio de los sistemas fisiológicos que le restan energía al cuerpo, que con los entrenamientos en los que además se suelen perpetuar las tensiones existentes.

La filosofía del método de integración postural, se trata de un proceso de aprendizaje a través del sistema nervioso, en el que la atención en la cualidad del movimiento prima sobre la cantidad de veces que lo realicemos. El simple ajuste de un pequeño cambio de ángulo en el movimiento, una respiración profunda, la sensación de direccionalidad o sentir si despierta una determinada emoción, son ejemplos que podemos usar en la práctica para explorar la expresión de una forma más armónica.

En la práctica clínica, diferenciamos entre sesiones grupales donde se explora el propio movimiento en relación al entorno y sesiones individuales desarrolladas en tres fases: diagnóstico, terapia manual y coordinación a través del movimiento, con y sin ayuda del terapeuta.

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