
El cuerpo humano necesita macronutrientes esenciales para estar alimentado, manteniendo la salud y el bienestar de cada persona. Los antojos o la ansiedad por la comida son indicadores de que algo le hace falta al organismo.
Para gozar de buena salud es importante saber identificar si nuestros deseos de comer responden al hambre o la ansiedad. También, es posible que en lugar de hambre sea sed. Aprender a escuchar las señales que te envía el cuerpo es primordial para controlar la ansiedad por la comida.
Si el tipo de alimentación que estamos llevando adelante no es el adecuado, nuetsro organismo nos pedirá que le demos nutrientes de calidad. La forma que tiene de expresarlo es provocar un estado de inquietud y muchas ganas de comer. Si lo primero que sentimos es ganas de comer una torta, helado, alfajores, chocolate o papas fritas, lo que tenemos no es hambre, sino ansiedad.
Causas que ocasionan ansiedad por la comida
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Pasar muchas horas sin comer
La comida es el combustible del cuerpo. Comer hace que las personas se sientan más activas y más sanas. Pasar más de cuatro horas sin comer hace que se eleve la hormona que se encarga de estimular el apetito y produce que comamos en exceso. Por eso, hay que tratar de dividir las comidas diariamente en cinco y, comer cada 3 o 4 horas. Esto mantiene estables los niveles de glucosa en la sangre y, por lo tanto, ayuda a controlar las ansias por comer. Hay que saber comer y hacerlo de manera balanceada. Es clave aprender a combinar los alimentos entre proteínas, carbohidratos y vegetales. Esta mezcla aportará todo lo que necesita el cuerpo: nutrientes, energía y minerales.
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Consumir carbohidratos malos
¿Cuáles son los buenos y cuáles los malos? Debemos consumir carbohidratos buenos y tener cuidado con la cantidad del consumo de los mismos. Muchos de los alimentos que consumimos son procesados. Esto quiere decir que la mayoría de sus nutrientes (minerales, vitaminas y enzimas) son eliminados al momento de su procesamiento. Esto puede llegar a generar que nuestro organismo sufra un déficit de nutrientes y por ende, demande más comida. Los cereales refinados como el arroz y el trigo con los que se hace el pan, postres y pastas son un ejemplo de lo que debemos evitar en nuestra dieta diaria. Cuando ingerimos harinas refinadas y azúcar, automáticamente, nuestro cuerpo va a pedirnos más. Esto se debe a que este tipo de alimentos se procesa de forma más rápida y el cuerpo segrega mayor cantidad de insulina. Por eso, cuando escogemos los carbohidratos, debemos optar por los más naturales y altos en fibra. Por ejemplo: avena, alimentos integrales, frutas, verduras, legumbres. Estos son los que el cuerpo necesita. No se deben eliminar los carbohidratos, porque son los mayores proveedores de energía en términos de actividad física y mental. Hay que comer los adecuados y en las cantidades necesarias.
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Estrés
Las emociones tienen un papel fundamental en la forma de alimentarnos. Muchas personas comen sin tener hambre. Lo hacen para llenar vacíos emocionales, porque se sienten solas, están aburridas o sufren de estrés. Otras veces, el estrés es generado por la carga laboral. Las personas necesitan premiarse después de una intensa jornada de trabajo. En estos casos, el mejor trofeo es un chocolate, helado, una porción de torta o caramelos. Debemos saber que las carencias, insatisfacciones o problemas personales no se resuelven a través de la comida. Ningún dulce puede calmar el hambre emocional. Cultivar la mente, preparase en el ámbito profesional, nutrir nuestra espiritualidad y ejercitar el cuerpo constituyen una forma de nutrición.
El secreto para controlar la ansiedad es mejorar la calidad de la alimentación. La dieta diaria debe incluir comida con un alto valor nutricional, porque aporta mayor cantidad de nutrientes y menos calorías. Es importante incrementar el consumo de fibra y tomar mucha agua.
A veces, suele confundirse la sed con ganas de comer. Cuando tengamos ansiedad, conviene tomar agua y esperar a que la sensación desaparezca. Podemos controlar la ansiedad por la comida de forma natural con infusiones que ayudan a controlar el apetito como el té verde o la hierba mate. También, podemos practicar otras actividades que no estén relacionadas con la comida y nos ayudan a evitar los atracones. Meditar, caminar, hacer yoga o escuchar música son perfectos para este fin.