Comidas y bebidas que afectan nuestro sistema nervioso

Todo lo que comemos influye en el modo en el que nuestro cuerpo intenta mantener un equilibrio para que todas las funciones vitales, tejidos y órganos estén en el estado óptimo de salud.

1. Fructosa

La fructosa es el principal azúcar que se encuentra de forma natural en la miel y la fruta (y en algunas hortalizas, como la zanahoria), pero otras fuentes, no tan saludables, son el azúcar común, la sacarosa, que contiene una mitad de fructosa y otra mitad de glucosa; y los siropes de glucosa-fructosa, que están hechos de maíz y trigo y se utilizan como edulcorantes en diversos alimentos. La fructosa tiene un Índice Glucémico (IG) más alto que la glucosa, lo que provoca hiperglucemia. Tiene un efecto negativo en nuestro cerebro porque afecta a el funcionamiento de las células del encéfalo y cómo estas almacenan la energía necesaria para procesar tanto el aprendizaje como los pensamientos.

2. Alimentos salados

Las papas fritas en bolsa provocan serios riesgos para la salud (por ejemplo, la hipertensión arterial). También, el exceso de sal es responsable de la retención de líquidos. Estudios recientes afirman, además, que la sal afecta a nuestra inteligencia y perjudican nuestra capacidad para pensar porque las dietas que contienen un alto contenido en sodio se asocian a problemas de corazón y provocan que el deterioro cognitivo sea más acelerado.

3. Edulcorantes artificiales

Su consumo prolongado puede ser igual de negativo que el producto que pretenden sustituir, pues los edulcorantes pueden provocar daños cerebrales y problemas con la capacidad cognitiva. Y, a pesar de que las personas piensen que le hacen un favor a su cuerpo porque consumen menos calorías que el azúcar, a largo plazo las consecuencias son igual de perjudiciales para su organismo, ya que estos sustitutos contienen conservantes, colorantes y otros ingredientes que aportan sabor o textura, y, a la vez, consecuencias perjudiciales para nuestra salud.

4. Glutamato monosódico (GMS)

Es un aditivo muy empleado por la industria alimentaria, sobre todo en la cocina asiática, y es considerado un potenciador del sabor, pues resalta el matiz de otros sabores. Sus componentes afectan de forma negativa a nuestro cerebro a través de la sobreexcitación de las neuronas hasta el punto de daño cerebral. A pesar de que la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) lo catalogó como un alimento seguro en 1958, algunos estudios de laboratorio con animales han dado como resultado que el consumo de esta sustancia causa daño en las células nerviosas del cerebro. Además, el consumo excesivo de GMS puede provocar dolores de cabeza, fatiga o desorientación.

5. Las frituras

Por el bien de nuestra salud cerebral, su consumo no debe ser parte de nuestra alimentación diaria. Además de ser productos con gran contenido en grasa, también provocan que el colesterol afecte a las las arterias. A largo plazo, los alimentos fritos destruyen nuestras neuronas y deterioran nuestra capacidad para aprender y memorizar.

6. Azúcar añadido

El exceso de azúcar está asociado a problemas serios para la salud, por ejemplo, inhibe el sistema inmunológico, debilita la vista o contribuye a la obesidad. No solo eso, sino que su consumo prolongado afecta a nuestro cerebro: causa problemas neurológicos y dificultades de aprendizaje y memoria. Además, su alto consumo puede generar un mayor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular.

7. Gaseosas

Tienen un altísimo contenido en azúcar. Por ejemplo, la Coca-Cola contiene por cada lata de 330 mililitros, aproximadamente 39 gramos de azúcar, lo cual es equivalente a casi 10 terrones de azúcar. Aunque el consumo esporádico de estas bebidas no producen ningún daño para nuestra salud, el consumo prolongado y excesivo puede ser letal. Además, son compuestos preparados que contienen ácido Aspártico y Femilamina, sustancias que causan daños a las células cerebrales, tumores cerebrales y elevan la acidez de la orina creando susceptibilidad a las infecciones del tracto urinario. Por otro lado, distintos estudios han demostrado que las gaseosas light, con altos contenidos de sustitutos de azúcar, hacen que aumenten las posibilidades de sufrir daño cerebral, pérdida de memoria y confusión mental con el paso de los años.

8. Comida «chatarra»

Los distintos medios de comunicación nos advierten de la peligrosidad de incorporar estos alimentos a nuestra dieta, pero lo cierto es que cada vez hay más y más acceso a este tipo de productos. Las investigaciones han demostrado que su consumo prolongado afecta a nuestro cerebro y causa cambios químicos en éste, con síntomas similares a la abstinencia, y llegando a provocar ansiedad y depresión. La comida basura se convierte en una droga, y el abuso de estos alimentos tienen un efecto en el área del refuerzo y, por lo tanto, en la producción de dopamina. Este neurotransmisor participa activamente en la capacidad de aprendizaje, la motivación o la memoria,.

9. Grasas saturadas

El consumo de alimentos con alto contenido en grasas saturadas ha aumentado en las últimas décadas, provocando que aumenten los casos de obesidad y problemas asociados a esta condición. No obstante, las dietas ricas en grasas saturadas no son sólo un problema para la salud física, sino que causas trastornos alimentarios, enfermedades metabólicas y cardiovasculares y un riesgo para el desarrollo cognitivo, sobre todo relacionado con la memoria.

10. Aceites hidrogenados

Si las grasas saturadas son nocivas, peor aún lo son las grasas trans que se encuentran en loos aceites hidrogenados. Los expertos advierten que las dietas altas en grasas trans aumentan el beta-amiloide en el cerebro, que se asocia con la enfermedad de Alzheimer. Además, se demostró que una alta ingesta de grasas trans se asocia a la contracción del cerebro y a un mayor riesgo de padecer un derrame cerebral.

11. Alimentos procesados y precocinados

Los alimentos procesados cumplen la mayoría de característica negativas que hemos comentado en los puntos anteriores. Contienen altos contenidos de azúcar, fructosa, sodio, aceites hidrogenados, y por lo tanto estos alimentos pueden dañar la salud del cerebro. De hecho, la comida procesada o precocinada afecta el sistema nervioso central y eleva el riesgo de desarrollar un trastorno neurodegenerativo como la enfermedad de Alzheimer.

12. Alcohol

Es conocido como un alimento que no aporta nutrientes pero sí calorías extra a nuestra dieta. Junto al tabaco es, sin lugar a dudas, una de las sustancias más consumidas y a la vez nocivas para nuestro organismo. Los daños del consumo excesivo de alcohol son muy conocidos, pero recientemente un grupo de investigadores han identificado los daños causados a nivel cerebral. El alcohol provoca las alteraciones en la zona prefrontal del cerebro, una región que controla las funciones ejecutivas tales como la planificación y el diseño de estrategias, la memoria de trabajo, la atención selectiva o el control de la conducta, además de otras áreas relacionadas con distintas alteraciones del comportamiento o el funcionamiento motor.

13. Cafeína

Tomarse un café por la mañana en la oficina no es nada malo, porque puede ayudarnos a estar un poco más alerta y llevar a cabo las tareas con mayor concentración. Ahora bien, si se abusa de esta sustancia tiene un lado negativo. Unos 600 miligramos de cafeína al día pueden provocar dolores de cabeza, elevar la ansiedad , y generar diferentes trastornos del sueño. El exceso de cafeína puede causar distintas consecuencias como la confusión, y más a largo plazo problemas cardiovasculares e incluso ictus.

14. El atún

Es cierto que el atún es un gran alimento porque aporta una gran cantidad de proteínas, además de ácidos grasos como el Omega-3, y es por eso que la Sociedad Americana del Corazón recomienda su consumo dos veces por semana al menos. No obstante, el atún de ojo grande o el atún blanco son ricos en mercurio, por lo que su consumo excesivo puede provocar una aceleración en el deterioro cognitivo.

15. Productos curados

Los productos curados como el jamón serrano, la panceta o el lomo embuchado, pese a su gran sabor, son ricos en grasa y sal. Al consumir productos salados, el cuerpo retiene más líquido y necesita mayor cantidad de agua. Esto puede provocar deshidratación y una disminución de la función cognitiva.

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