
Para entender qué papel juega el pH de la sangre en el ámbito de la nutrición, debemos señalar una explicación básica: el grado de acidez es una propiedad química importante de la sangre y de otros líquidos orgánicos y se expresa en la escala pH, en la que 7,0 es el valor neutro, por encima es básico -o alcalino- y por debajo es ácido.
La sangre cumple dos funciones importantísimas: lleva nutrientes y oxígeno y retira los residuos tóxicos del metabolismo, que son de naturaleza ácida y deben ser evacuados a través del hígado, riñones, pulmones o piel. Para realizar estas funciones, el pH de la sangre debe inclinarse un poco hacia el lado alcalino del espectro. Por tanto, la sangre es, en circunstancias normales, ligeramente alcalina, con un pH que varía entre 7,35 y 7,45. En este sentido, el equilibro del pH en el cuerpo es la primera línea de defensa y la mejor resistencia contra las enfermedades. Esto se debe a que los elementos causantes de varias enfermedades no pueden sobrevivir en un estado alcalino, pero se fortalecen en ambientes ácidos.
¿Cómo es la dieta del pH?
Hidratarse bien es una de las claves. El páncreas utiliza agua para alcalinizar el alimento que sale del estómago y entra en los intestinos. Por otro lado, el cerebro necesita agua para efectuar las reacciones químicas que dirigen el cuerpo. Así, tomar agua en cantidades correctas es la parte más importante de la dieta del pH.
La clave de la dieta del pH o alcalina reside en aumentar la cantidad de alimentos o productos alcalinos y reducir el consumo de los alimentos o productos ácidos. Así, consiste en reducir al máximo los alimentos procesados, las proteínas animales, el azúcar y la cafeína, con objeto de eliminar las toxinas ácidas y en aumentar el consumo de alimentos naturales ricos en minerales alcalinos como el sodio, el potasio, el magnesio y el calcio. Los alimentos alcalinos se encuentran principalmente en las frutas, las verduras -vegetales verdes, sobre todo-, los cereales integrales, especias, cultivos probióticos -como los del yogur- y la miel, mientras que los productos ácidos son las carnes, quesos, cereales y alcohol. Alimentos como : el Perejil, las frutas no demasiado maduras, las papas, los frutos secos, la leche de almendras son importantes para mantener el pH de nuestro cuerpo regulado, sin llegar a ser demasiado ácido, más bien tiene que estar inclinado hacia el lado alcalino.
Por otro lado, algunos alimentos acidificantes que son consumidos cotidianamente son: el Vinagre, el jugo de frutas, el tomate, las legumbres, los cereales refinados, el azúcar, las carnes y vísceras, los mariscos, elpescado, los huevos, el queso curado, el yoghurt, el café, el té y el cacao.
Un consumo excesivo de alimentos ácidos genera, a corto plazo, caries e inflamación de las encías por inhibición de las glándulas salivares, pero a medio plazo disminuye la secreción de ácido clorhídrico por parte del estómago. A largo plazo, se produce como efecto rebote una estimulación de las glándulas, que segregan más ácido, provocando acidez crónica y aumentando el riesgo de padecer gastritis o úlcera. Es muy importante no abusar de los antiácidos para combatir la acidez de estómago pues desestabilizan aún más el equilibrio ácido-base. Si bien los ácidos fuertes provocan la sintomatología descrita, los pequeños estímulos o ácidos orgánicos débiles equilibran tu pH, por ello uno de los pilares de una dieta coherente es tomar un vaso de agua con unas gotitas de limón en el desayuno.
La alimentación no lo es todo en la dieta del pH. Lo más aconsejable es practicar ejercicio y que cada persona busque el que se adapte a su constitución física, su edad o su estado. Eso sí, el ejercicio aeróbico, al ser capaz de incrementar la utilización y el flujo de oxígeno en el organismo, es el complemento perfecto para este tipo de alimentación.
La dieta del pH está indicada para aquellas personas que quieran combatir la obesidad, pero también para aquellos que quieran mejorar su salud, prevenir problemas inflamatorios y eliminar toxinas del organismo.
En resúmen, una dieta que nos permita obtener cierto control sobre el pH de nuestro organismo, inclinando el equilibrio hacia el lado alcalino, podrá brindarnos varios beneficios y evitar los problemas derivados de un consumo excesivo de productos ácidos.