
El deporte es beneficioso para nuestra salud, nos ayuda a estar en forma, protegernos de muchas enfermedades, mejorar nuestro sistema inmunitario, etc. De esta manera, el deporte es uno de nuestros mejores aliados para llevar una vida sana y para que nuestro organismo funcione mejor.
El cerebro es uno de los grandes beneficiados por el deporte. Para llegar a esta conclusión, se han realizado numerosas investigaciones que han apoyado dicha hipótesis. Además, estas investigaciones se han completado con otras cuyo objetivo no era otro que especificar esta relación con más detalle.
El ejercicio aeróbico regular mejora la atención: La atención es una función cognitiva de alto nivel y está relacionada con todos lo procesos cognitivos. Los hallazgos sugieren que los sujetos que practican ejercicio presentan un funcionamiento bidireccional entre el sistema nervioso central y autónomo más eficiente, es decir, entre el cerebro y el corazón.
El entrenamiento en fuerza/resistencia mejoraría en mayor medida la función cognitiva en general. Por lo que la actividad física constituye una terapia prometedora para la recuperación de las personas han sufrido un ictus no solo en la función motora, como es de esperar, sino que los beneficios pueden ampliarse al plano cognitivo.
Mejora la memoria.
Combate las migrañas y las cefaleas tensionales. El ejercicio terapéutico disminuye la intensidad y frecuencia del dolor. Existen fuertes evidencias acerca de la ausencia de eventos adversos tras la aplicación de ejercicio terapéutico, esta falta de efectos secundarios puede tener ventajas respecto al uso de algunos fármacos. Además, está demostrado la efectividad del tratamiento de fisioterapia, incluyendo el ejercicio terapéutico, para disminuir la intensidad, la frecuencia y la duración del dolor en la cefalea tensional.
Es una herramienta preventiva contra la demencia. El ejercicio físico constituye una estrategia psicosocial prometedora para la intervención de adultos mayores con y sin signos de deterioro cognitivo. Mantener un vida activa puede ser un factor protector para el deterioro cognitivo y en algunos casos con mejores resultados que una intervención concreta. Tener un estilo de vida activo puede diferir de las intervenciones de entrenamiento en la dosificación y la variedad de las actividades así como en la motivación intrínseca y el disfrute durante la realización de éstos. El ejercicio influye en la función cognitiva, la salud vascular y el metabolismo cerebral.