
La obesidad puede estar condicionada por diferentes factores genéticos. Concretamente, se ha demostrado que existen dos mutaciones de unos genes denominados FTO y MC4R, que confieren a sus portadores una predisposición a ser obesos. El más frecuente es el gen FTO, al que se conoce como el gen de la masa grasa por su papel en la acumulación de grasa en el tejido adiposo y por tanto a inducir un mayor índice de masa corporal, diámetro de cintura y sobrepeso; mientras que el MC4R le sigue en relevancia, teniendo un efecto aditivo al anterior, de modo que los que tienen ambos tienen mayor peso que los que tienen sólo el primero.
Pese a todo, debe tenerse en cuenta que ser portador de una o las dos mutaciones genéticas sólo implica una predisposición al sobrepeso y la obesidad. De hecho, un estudio en el Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) ha permitido constatar que esta predisposición genética puede ser anulada con el mantenimiento de una dieta equilibrada y la práctica habitual de ejercicio físico.
En el estudio, participaron más de 7.000 personas, que respondieron a un cuestionario que determinaba el grado de seguimiento de la dieta mediterránea y evaluaba la actividad física realizada y fueron sometidas a pruebas para la detección de estas alteraciones genéticas. La conclusión, en este caso, es que la genética no es una barrera infranqueable, sino todo lo contrario, ya que la práctica deportiva y una alimentación sana son suficientes para que la predisposición a la obesidad que confieren las mutaciones de los genes FTO y MC4R pueda ser anulada.
Este hallazgo abre una puerta de esperanza frente a la creencia de que contra la genética no se podía luchar. Sólo el sedentarismo y una dieta inadecuada hacen que, como sucede en la mayoría de las personas, aumente el IMC, el diámetro de la cintura y, como consecuencia, el sobrepeso y la obesidad.

Por ello, el llevar una dieta mediterránea y practicar actividad física pueden cambiar la predisposición genética a la obesidad. Además, los beneficios de la dieta equilibrada y el ejercicio son claves en la prevención de las enfermedades cardiovasculares y la recurrencia de eventos y, tienen comprobados beneficios para personas con diabetes, hipertensión y otras patologías.
En conclusión: tengamos o no predisposición genética a la obesidad, debemos tener en cuenta que una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio tres veces por semana como mínimo, son vitales para mantenerse en buen estado físico y prevenir enfermedades. Es primordial llevar hábitos de vida saludable para poder así, ganar en salud y bienestar.