
El hígado es un órgano depurador. Sus funciones se pueden resumir en tres palabras: producción, destrucción y desintoxicación de sustancias tóxicas que se acumulan en el organismo. La sobrecarga no solo afecta a la digestión: nos quita energía y puede generar diversos problemas.
Funcionamiento del hígado
Las células hepáticas realizan numerosos procesos químicos y almacenan sustancias vitales; entre ellas, glúcidos, prótidos y lípidos. Así, el hígado absorbe glucosa de la sangre y la almacena en forma concentrada –glucógeno–, de modo que cuando se pasan muchas horas sin comer o se realiza ejercicio físico intenso y se precisa energía, los hepatocitos reconvierten el glucógeno en glucosa para que pase a la sangre. La función eliminatoria se realiza a partir de la excreción, mediante la bilis, de los desechos derivados de la destrucción de glóbulos rojos. El hígado también descompone las sustancias tóxicas absorbidas por el intestino o producidas en cualquier parte del organismo. Estas se eliminan luego como subproductos inocuos, por la bilis (y de ahí al intestino y las deposiciones) o la sangre (excreción urinaria a través del riñón).
Es así como este órgano de nuestro organismo resulta de extrema importancia para ayudarnos a desintoxicar tanto sustancias tóxicas elaboradas en los propios tejidos (es el caso del amoníaco que fabrican las bacterias intestinales, que el hígado transforma en urea), como las que llegan del exterior (la mayoría de medicamentos se transforman en complejos solubles en agua para que puedan eliminarse a través del hígado).
Síntomas como sensación de malestar general, sabor de boca amargo, náuseas, falta de apetito, fatiga, mareos, alteraciones intestinales (flatulencia, diarrea, estreñimiento), prurito anal, tendencia a la urticaria o ciertas cefaleas o migrañas pueden revelar una sobrecarga del hígado. Existen determinados hábitos de vida que pueden realmente servir para proteger el hígado y evitar que se sature.

Ciertas pautas dietéticas facilitan la tarea del hígado. Adoptarlas, a la larga puede ser vital para proteger la salud del hígado y, con ello, preservar nuestro bientestar.
Son las siguientes:
- No abusar de las grasas saturadas, pues elevan el colesterol (lo que favorece los cálculos biliares) y pueden inducir la infiltración grasa del hígado.
- Comer abundante fibra (legumbres, verduras, frutas…), ya que aparte de disminuir el colesterol y aliviar el estreñimiento (que hace trabajar más al hígado) estimula la secreción de bilis.
- Una dieta rica en carbohidratos, que de prioridad a los productos integrales.
- La dieta vegana es idónea si hay problemas hepáticos. Las verduras contienen folatos, potasio y otras sustancias beneficiosas.
- Conviene sobre todo el azufre, gran depurador hepático, presente en cebollas y rábanos (que fluidifican la bilis).
- La fruta siempre es beneficiosa, sobre todo como desayuno o cena.
- Los alimentos frescos. Resultan idóneos los alimentos crudos y frescos, la cocina al vapor, hervida o a la plancha, así como también mantenerse bien hidratados.