
Las ideas falsas que se tienen en torno a la alimentación son las razones por las que muchos no logran reconocer una dieta peligrosa. El relacionar el término «dieta» con regímenes de días o semanas es lo que impide entender la importancia de la nutrición. Una buena dieta es aquella que cumple con el concepto de alimentación saludable. De hecho, para que sea efectiva y segura, lo ideal es que se adapte a las necesidades de cada uno, según la etapa, condición de salud y hábitos.
Hay un conjunto de características que permiten reconocer una dieta peligrosa que pone en riesgo la salud. Aunque desde hace mucho se advierte de sus consecuencias, algunos aún las siguen porque no son capaces de identificar los riesgos que acarrean. Las dietas peligrosas son aquellas que prometen resultados milagrosos en cuestión de días. Además, sugieren suprimir grupos nutricionales o tomar muy pocas calorías.
Es cierto que son muy atractivas porque prometen ayudar a bajar de peso de manera milagrosa; sin embargo, en la mayoría de los casos conducen al fracaso y causan reacciones indeseadas en el cuerpo. Muchas parecen inofensivas y eficaces, pero la realidad es que producen deficiencias nutricionales que aumentan el riesgo de enfermedades. Además, casi siempre ocasionan el efecto «yo-yo«, con el cual la persona recupera el peso perdido en poco tiempo.
Cabe aclarar que una buena dieta no se aplica en determinado tiempo. Para que sus efectos sean permanentes sobre la salud y el peso, comer sano es un hábito irreemplazable dentro del estilo de vida. Por lo tanto, si el objetivo es mejorar la alimentación y cuidar la figura, lo mejor es identificar esos planes «milagrosos» que poco o nada ayudan.
Todos los nutrientes esenciales desempeñan un papel importante en las funciones del organismo. Por eso, cuando un plan de dieta sugiere eliminar alguno de los grupos nutricionales, aumenta el riesgo de reacciones secundarias indeseadas. En un principio parecen dar buenos resultados, ya que se pierde una cantidad considerable de peso en cuestión de semanas. Sin embargo, al causar déficit de alguno de los macro o micronutrientes, el metabolismo se altera y se desarrollan enfermedades.
Cuando las personas adoptan una dieta saludable pueden perder entre 0,5 y 1 kilo por semana. En cambio, los regímenes «express» invitan a bajar 5 o más kilos en los mismos días. El problema es que para cumplir el objetivo obligan a comer menos de 1200 calorías diarias. Estas restricciones calóricas tan altas alteran las funciones metabólicas y producen un deterioro de la masa muscular. Puesto que el organismo no recibe los aportes que necesita, empieza a «autoconsumir» los músculos como recurso para obtener energía.
Si el plan está sugiriendo sustituir las comidas principales por suplementos como batidos o pastillas, hay que tener mucho cuidado. Esta es una señal clara para reconocer que una dieta es peligrosa. Si bien los complementos pueden apoyar la pérdida de peso, no deben ser la base de la dieta. Seguir este tipo de programas impide lograr una buena rutina de alimentación, con todos los grupos nutricionales. Por eso, tras regresar a los hábitos alimentarios normales, el peso perdido se recupera en poco tiempo.
Por regla general, es importante entender que bajar de peso es el resultado de un conjunto de hábitos saludables. Aunque una alimentación sana permite controlar el sobrepeso, es primordial adoptar otros buenos hábitos como: Ejercicio físico, Meditación y un descanso adecuado.
Reconocer una dieta peligrosa es importante porque:
- Las deficiencias nutricionales que producen aumentan el riesgo de osteoporosis, anemia y otras patologías crónicas.
- Al alterar el metabolismo, ralentiza sus funciones y aumenta la tendencia posterior, a acumular grasa.
- Conducen a episodios de depresión, frustración y ansiedad.
- Pueden ser detonantes de trastornos de la alimentación como la anorexia y bulimia.
- Deterioran la masa muscular y aumentan la flacidez.
- Aumentan la producción de las hormonas del hambre.
En rresúmen, la mejor forma de cuidar el cuerpo a través de la dieta es con un plan que se adapte a nuestras necesidades. Por eso, además de respetar los criterios de una alimentación balanceada, es conveniente consultar al nutricionista para adaptarla correctamente.