
El cáncer es la segunda causa de muerte en los países desarrollados. Su incidencia aumenta con la edad y está relacionada, entre otras cosas, con la cantidad de agentes carcinógenos a los que nos exponemos a lo largo de la vida. Algunos de estos alimentos cancerígenos pueden estar presentes en la dieta. Ahora, si bien es cierto que pueden existir compuestos cancerígenos en los alimentos, debemos tener mucho cuidado con cómo se interpreta la información existente. La causa del cáncer es multifactorial y la dieta juega un papel junto con otro conjunto de aspectos como puede ser la genética.
Lo que sí podemos asegurar es que llevar una alimentación saludable, siguiendo una dieta equilibrada, puede ayudar a mantener un buen estado de salud e incluso, puede prevenir la aparición de ciertas enfermedades crónicas. Sin embargo, es importante interpretar la información científica de la que disponemos de forma lógica. En este contexto, son muchos los artículos y noticias que aseguran que la toma de ciertos alimentos cancerígenos conduce a la aparición de la enfermedad. En muchas ocasiones, estas afirmaciones no son del todo ciertas.
¿Cualés son los mitos de los alimentos cancerígenos?
Las gaseosas: estos productos, tienen una excesiva cantidad de azúcar y generan un gran incremento de los niveles de glucemia del organismo. En el caso de las bebidas light, que reducen esta cantidad de azúcar, las mismas contienen como sustitutos químicos y edulcorantes artificiales que tampoco son beneficiosos para la salud. Algunos de estos compuestos pueden tener cierto potencial carcinogénico, aunque no por ello se pueda asegurar que produzcan cáncer. La opción más saludable sería tratar de reducir el consumo de este tipo de productos. Hay que tener en cuenta que a la larga, pueden deteriorar la salud.
Las carnes procesadas: determinados productos cárnicos poseen compuestos nitrosos o aminas aromáticas que ayudan a la conservación de dichos productos, especialmente los alimentos adobados, curados o salados. Estos compuestos pueden entrañar riesgos para la salud al tener un potencial carcinogénico. Sin embargo, una dieta equilibrada es suficiente para prevenir los posibles efectos negativos para la salud de estos compuestos. Por eso, es aconsejable no consumir carnes en exceso e incorporar una importante cantidad de alimentos de origen vegetal en nuestra dieta diaria.
Los alimentos transgénicos: Los alimentos transgénicos son organismos a los cuales se les ha modificado o añadido ciertos fragmentos de ADN. El ADN, presente en todos los alimentos, lo ingerimos con la comida y lo degradamos en el estómago, sin causarnos daño alguno. Existen numerosos opositores de los organismos genéticamente modificados. Sin embargo, esta postura de negación y rechazo hacia la tecnología transgénica muy a menudo está basada en aspectos éticos acerca de su comercialización y producción, y no tanto acerca del producto en sí. Sin embargo, existe una gran cantidad de información que afirma que el consumo de alimentos transgénicos no es seguro. También, que puede llevar al desarrollo de cáncer. Estas declaraciones suelen señalar como culpables a los herbicidas y pesticidas que son utilizados sobre este tipo de alimentos. En este contexto, se deben conocer las dos principales características de los cultivos de alimentos transgénicos. Estas son la resistencia a insectos y la tolerancia a herbicidas. La primera de las características se consigue gracias a una proteína de origen bacteriano que se ha utilizado en la agricultura orgánica, ya en la década de los 30. La segunda característica, se consigue insertando en el cultivo un gen bacteriano. Esta produce una proteína que otorga resistencia al herbicida glifosato. El uso de este herbicida, es uno de los aspectos que más controversia genera en torno a los transgénicos. Sin embargo, existe un contundente historial de uso seguro ya desde el año 1974. Además, numerosos estudios científicos aseguran que el glifosato no constituye un factor de riesgo. El miedo existente en torno al consumo de alimentos transgénicos está basado en muchos casos en el desconocimiento. Además, los alimentos transgénicos están sometidos a un riguroso proceso de evaluación de riesgos internacional. Los resultados de dichas evaluaciones demuestran que los cultivos transgénicos no presentan mayor riesgo para la salud humana que sus homólogos convencionales.