
Sumergidos en la vorágine en la que transcurre nuestro día a día, nos dejamos llevar por la inercia. Pero, en esa inercia no suele estar incluida una actividad importante: escuchar los mensajes que nos envía nuestro propio organismo. Y, justamente, las señales que nuestro cuerpo nos «envía» más importantes, son aquellas que nos marcan que necesitamos urgentemente un buen descanso.
«Yo puedo con eso y más», nos solemos decir a nosotros mismos. Aún ya sintiéndonos exhaustos, nos vemos como obligados a seguir adelante : por amor hacia nuestra familia, amigos, trabajo…, por sentido de la responsabilidad. Porque así nos sentimos mejores (o eso creemos), porque se supone que es lo que tenemos que hacer … porque si el resto lo hace, es lo que también tenemos que cumplir.
Sin embargo, la realidad es que si no detenemos un poco la marcha, por las buenas, será nuestro propiio cuerpo quien lo haga, tarde o temprano, y no de la mejor manera. Parar a tiempo no es un signo de debilidad ni de cobardía, sino una muestra de cordura y amor hacia uno mismo, hacia quienes dependen de nosotros y nos importan en esta vida. Hay que ser conscientes y revisar nuestra rutina, nuestras prioridades y las necesidades reales.
¿Cuáles son los síntomas que nos indican que necesitamos descansar?
Cuando necesitamos descansar, el cuerpo nos lo suele hacer saber de diferentes formas. Ignorar estas señales no solo no va a acabar con el problema, sino que lo suele agravar más. Estas señales son signos de estrés, de cansancio, de desánimo, de desilusión, y deben ser atendidas. Si jugás «hasta que el cuerpo aguante» y no te retirás a tiempo, es 100% seguro que saldrás perdiendo.
- Aumento de cansancio: estar cansado debido a un esfuerzo físico o mental prolongado y/o intenso es normal. Lo que no es normal es arrastrar ese cansancio día tras día, durante toda la jornada, desde que empieza la semana hasta que se termina, desde que te levantas hasta que te acostás y que pasen semanas sintiéndonos en este estado.
- Necesidad constante de estimulantes: ya sea cafeína, alcohol, cafiaspirina, tabaco, azúcar o cualquier tipo de droga, engañar al cuerpo con estimulantes sólo ofrece una solución temporal al cansancio. De hecho, a la larga, hay muchas posibilidades de que lo empeoren porque cada vez estaremos necesitando una mayor dosis de estos estimulantes para conseguir el mismo efecto.
- Falta de concentración: sea por cansancio o por otra causa, una señal temprana de que es necesario parar un poco es no poder mantener el foco de atención en las tareas que se están ejecutando. El ensoñamiento, el famoso (y maldito) multitasking (ejecutar varias tareas diferentes casi en simultáneo), o la tendencia a ir dejando tareas que son prioritarias, pueden ser señales para alertarnos de que estamos trabajando con muy pocas reservas de energía o que incluso estamos padeciendo de anemia.
- Trabajás más tiempo: trabajar más tiempo no significa hacer más. Pero cuando empezamos a reducir la productividad debido al cansancio y la dificultad para enfocarnos, de alguna manera sentimos que tenemos que suplir esa «deficiencia» en el rendimiento, incrementando las horas de trabajo. Lo malo es que muchas veces ese hacer más se convierte en un estar o en un hacer por hacer, sin que esto lleve a ninguna parte más que al aumento del cansancio.
- Pensar siempre en el trabajo: es curioso que, cuando justo necesitamos de una pausa y, a pesar del cansancio y del sobreesfuerzo, en realidad no podemos pensar en otra cosa. Incluso cuando podemos descansar, nos sentimos con cierta culpa y, aunque no tengas que ir a trabajar, de algún modo tu cabeza sigue haciéndolo, aunque sólo se esté pensando en ello.
- Aumento del mal humor: el cansancio suele ponernos de mal humor. Pero cuando el cansancio es extremo y el cuerpo necesita de verdad poner un frreno, ese mal humor se hace contínuo y reiterativo. Si, además de estar malhumorado/a todo el día, tendés a ser cínico/a, desagradable, maleducado/a o grosero/a, esto ya es una clarísima señal de que necesitás parar.
- Problemas en la memoria: el cansancio y el estrés pueden provocarte problemas para recordar la información más simple. Si ves que con frecuencia olvidás cosas tan sencillas como dónde dejaste las llaves de tu casa, no recordar dónde estacionaste el auto, el ingrediente básico que siempre usás al cocinar, si confundís nombres o cambiás objetos de lugar, probablemente necesitás un descanso y, reiniciar tu mente.
- Deterioro en la salud física (y mental): la denominada fatiga crónica y el estrés, afectan al sistema inmonológico, por lo que la salud se afectada, Uno se vuelve más sensible a cualquier tipo de enfermedad. También podés experimentar una subida o una abrupta bajada de peso preocupante o tener dolores de cabeza o migrañas frecuentes, o incluso tener un aumento del pulso en reposo, lo cual implica un aumento en el riesgo de sufrir enfermedades del corazón.
- Aumento en errores: todo el mundo comente errores, y no hay nada de malo en ello. Pero cuando estos errores se comenten con demasiada frecuencia, más aún si se trata de errores tontos, es momento de empezar a preocuparse. Porque lo que ahora parece un error tonto sin demasiada importancia puede que, enen algún momento se convierta en algo muy serio.
Cuando hablamos de tomarnos una pausa, normalmente es porque necesitamos descansar física y mentalmente. Es necesario soltar y airear la mente, liberar el estrés y permitir al cuerpo reponerse. Pero también, hay que parar para pensar, para replantearnos la situación y analizar qué estamos haciendo, qué nos está pasando, qué es lo que buscamos alcanzar.
Esa inercia en la que nos vemos envueltos no siempre nos deja pensar con claridad. Es más fácil dejarse llevar, seguir sumergidos en la niebla siguiendo a la inercia que ya hemos creado. Sin embargo, este avanzar a la larga tiene un precio, en el que normalmente estará incluida una pausa mayor y obligada por enfermedad.