
Como la mayoría de los sindromes estudiados por la psiquiatría y la psicología, el nombre del cual se los nomina proviene de un mito griego.
En la mitología griega, Procusto (del griego antiguo Procrustes, literalmente ‘estirador’), también llamado Damastes (‘avasallador’ o ‘controlador’), Polipemón (‘muchos daños’) y Procoptas, era un bandido y posadero del Ática. Se le consideraba hijo de Poseidón, y en algunas versiones era un gigante. Con su esposa Silea fue padre de Sinis.
Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a serrar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo (de aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque Procusto poseía dos, una exageradamente larga y otra exageradamente corta, o bien una de longitud ajustable.
La propia definición del síndrome de Procusto ya deja claras sus negativas consecuencias: “lo padecen aquellos que cortan la cabeza o los pies de quien sobresale”. El mismo se refiere a las personas que debido a su inseguridad o falta de autoestima, intentan opacar a quienes les pueden superar. Estas personas no avanzan, pero tampoco dejan avanzar a los demás. Procusto se ha convertido en sinónimo de uniformidad y su síndrome también atañe a la intolerancia a la diferencia.
Hoy en día, se recurre a este mito para hacer referencia a las personas que intentan deshacerse o menospreciar a todos los que consideran mejores que ellos, para que no se conviertan en una amenaza, y no sobresalgan sobre ellos.
Sin prevalecer su propio esfuerzo para poder lograr sus metas personales o mejorar sus capacidades, deciden limitar las capacidades de los demás. La persona que sufre el Síndrome de Procusto comienza a vivir en el mundo que construye en su mente, en un universo paralelo que la lleva a desconectarse un poco de la realidad. De hecho, realizan atribuciones irracionales basándose únicamente en sus ideas de cómo debe ser la realidad. Por otra parte, su tendencia a compararse continuamente con los demás les conduce a pensar que, si los otros son brillantes, significa que ellos no lo son. Desarrollando trastornos psicológicos profundamente desadaptativos. Ese temor e inseguridad suele manifestarse como prepotencia ya que en realidad desean enmascarar sus deficiencias.
Vincularse con personas que padecen este síndrome puede ser sumamente tóxico dado es necesario encontrarse a la espera de posibles boicots o una nueva humillación.
Podemos definir las maneras de conducirse frente a los demás:
- Son Inconscientes de sus actos
- Fundidores de sueños. Intentarán adaptar tus sueños a sus limitaciones mentales. No sea que lo hagas y te salga bien
- Les afecta emocionalmente cuando otra persona tiene razón y ellos no.
- Creen que son empáticos pero, en realidad, juzgan desde su egocentrismo las reacciones de otros.
- Intentarán anclarte y que te adaptes a su zona de confort o mundo de mediocridad; porque cualquier pequeño cambio que lleve a la mejora, será visto como una amenaza. Ya que tendrá que adaptarse a una nueva forma de hacer las cosas que los sacará de su zona cómoda. Y eso precisamente es lo que no quieren.
- Limitarán tu creatividad y tus capacidades para que no se perciban sus carencias.
- En contra de la innovación. No les gustan las personas emprendedoras.
- Carecen de flexibilidad. La flexibilidad promueve la adaptación.
- Suelen hablar de trabajo en equipo, escucha, tolerancia, intercambio de idea… pero siempre como argumentos para ser escuchados, no para escuchar.
- Son conscientes de sus actos
- Suelen generar ambiente tóxico.
- Tienen miedo de conocer a personas a las que les va bien, son proactivas, tienes más conocimientos, capacidades o iniciativas que ellos. Si lo encuentran, les invade una sensación de desconfianza y malestar.
- Enfocan sus energías en limitar las capacidades, creatividad e iniciativa de otros para que no queden en evidencia sus propias carencias.
- Son capaces de modificar su posicionamiento inicial si, con ello, deslegitiman al otro.
- Suelen buscar la complicidad de otros para, entre todos, acabar con aquel que destaque más que ellos.
Padecer este síndrome o ser partener de quien lo padece es negativamente patológico. Buscar ayuda profesional es necesario y exclusivo para poder salir de las consecuencias que conllevan padecer o convivir con este síndrome.