
Desde las exigencias de un niñoa en edad escolar hasta las de un adulto profesional, si deseamos que nuestro cerebro rinda al máximo, un desayuno sano es fundamental. Los estudios más fiables de hoy en día, indican que lo que ingerimos apenas nos despertamos, en las primeras horas de la mañana y, antes de salir a relaizar cualquier actividad fuera del hogar, influye en los procesos ligados a la formación y la recuperación de recuerdos, así como en la gestión de trabajos cerebrales complejos.
Las investigaciones relacionadas con la infancia, han puesto de manifiesto la importancia de los desayunos. Los chicos que desayunan deficientemente, cometen más errores en los ejercicios de resolución de problemas, que los que realizan un desayuno equilibrado. Además, los estudiantes que no ingieren alimentos antes de rendir un exámen, obtienen peores resultados que quienes , previamente, se han alimentado correctamente.

Por otra parte, la capacidad intelectual también se ve afectada a largo plazo por la calidad nutritiva de la dieta en general. Los efectos beneficiosos del desayuno se deben a que ncrementa el índice de glucosa en la sangre, que a su vez activa una hormona o transmisor cerebral denominado acetilcolina. Los investigadores que trabajan en esta área, consideran que este neurotransmisor está relacionado con la memoria, ya que está demostrado que las sustancias que frenan su producción reducen, en particular, la capacidad de recordar nueva información.
Para producir acetilcolina, se requiere vitamina B1; por lo tanto, asegurándonos de que la dieta contiene un gran aporte de este nutriente, podemos contribuir a optimizar la actividad mental durante toda la mañana. Entre los alimentos a base de cereales que contienen vitamina B1, cabe mencionar el pan integral o enriquecido y los cereales enriquecidos.
Nuestra facultad de reflexionar con claridad no depende únicamente de la calidad de las últimas comidas ingeridas. La capacidad intelectual también se ve afectada a largo plazo por la calidad nutritiva de la dieta en general. Si no se ingiere, por ejemplo, el hierro durante es sumamente importante para mantener concentración en el estudio y en el trabajo, así como un coeficiente intelectual de buen nivel. Está comprobado que la insuficiencia de hierro tiene efectos negativos sobre la memoria en adultos y niños, y que en los más pequeños y en los bebés, crea trastornos en el aprendizaje y la atención. Los aceites omega 3, contenidos en pescado azul y nueces, se demuestran extraordinariamente efectivos en la salud fetal.
Mientras que las mujeres son más propensas a la deficiencia de hierro, la carencia de otro micronutriente, el yodo, afecta a ambos sexos. Cuando su nivel es insuficiente, repercute en particular en la capacidad de iniciativa y la toma de decisiones. Por eso, se aconseja el consumo de sal yodada, pescados, mariscos, carnes, leche y huevos, para mantener siempre el aporte necesario.

Así como la carencia de ciertos elementos en la dieta puede producir el deterioro de la actividad mental, otros que aparentemente estaban en cuarentena, tomados con prudencia, contribuyen a activar rápidamente el cerebro. La cafeína, por ejemplo, que tiene un suave efecto estimulante, actúa sobre el sistema nervioso central y nos mantiene alerta. Ciertos experimentos indican que la misma es capaz de acelerar en un 10% el procesamiento rápido de información en el cerebro, ayuda a mantener la concetración y que, tomar un café después de la comida ayuda a contrarrestar la habitual somnolencia
El agua es de extrema relevancia. Una ínfima reducción de la hidratación puede afectar a la capacidad intelectual. Cuando se siente sed, ya existe una deficiencia. No dejar de hacer pausas durante el día para beber, por ejemplo, cada cuatro horas, de modo que el cerebro se mantenga siempre despejado.