
En los tiempos modernos, vivir libres de estrés parece una utopía. Pero mientras que ciertos niveles de estrés son respuestas adaptativas a las circunstancias y se consideran normales, el estrés crónico o muy intenso es un estado de activación del sistema nervioso que está asociado con varias enfermedades a largo plazo.No podemos estar viviendo en un estado de estrés continuo o nuestro cuerpo al final nos lo recordará, avisándonos. Por ello, cuidarnos de padecerlo es bueno para nuestra salud.
¿Qué es el estrés y para qué sirve?
El estrés es una respuesta que dispara el cerebro cuando percibe una demanda del exterior, como puede ser una fecha límite para entregar un trabajo o una amenaza de robo ante la que hay que huir. Las personas, debido a nuestra capacidad de imaginación, también podemos sufrirlo por pensamientos que no necesariamente son reales. El estrés puntual, el que se produce ante un estímulo concreto que debemos resolver, es positivo, puesto que pone a nuestro cuerpo en un estado de activación que permite reaccionar con mayor rapidez y energía, concentrarse más, etc. Se trata de una tensión que se prepara para la actuación.
Sin embargo, los estados crónicos hacen que la activación permanente causada por un constante flujo hormonal acabe gastando en exceso nuestra energía, nos desajuste hormonalmente y, como consecuencia, se generen estados que deterioran nuestra salud global.
Efectos del estrés sobre la salud
Tenemos que tener claro que principalmente se genera por una confluencia de factores:
– Depresión y ansiedad: El estrés crónico de larga duración puede ocasionar estados de depresión y ansiedad. Se debe al desajuste hormonal y al desgaste energético que supone.
– Problemas de piel y caída de cabello: Erupciones cutáneas como el acné o los eccemas pueden ser originados por estados continuos de presión; otras afecciones como dermatitis atópicas o psoriasis se agudizan y empeoran. Además, se puede producir la caída excesiva de pelo, que en algunos casos puede desembocar en calvicie total.
– Problemas menstruales: El estrés está íntimamente relacionado con las hormonas, cuyo desequilibrio prolongado puede ocasionar problemas menstruales, desde reglas intensamente dolorosas a irregularidades en el ciclo menstrual. En casos graves la menstruación puede llegar a desaparecer.
– Problemas de sueño: las situaciones estresantes impiden conciliar el sueño o nos hacen despertarnos a media noche sin poder volver a dormirnos. Los problemas de insomnio no solo son negativos por sí mismos, sino que suponen un desgaste extra, ya que la imposibilidad de dormir bien afecta al desempeño de todas las tareas durante las horas diurnas-
– Problemas digestivos: El estrés altera el funcionamiento del sistema digestivo; hace las digestiones pesadas, el típico “todo me sienta mal”, desregula el tránsito intestinal y, además, está muy relacionado con la aparición de úlceras estomacales, ya que incrementa la producción de los ácidos digestivos que potencian este tipo de problemas.
– Problemas arteriales y cardíacos: La presión y el cansancio mental prolongado está relacionado con enfermedades tan graves como la hipertensión y las enfermedades coronarias; aunque estos efectos son a largo plazo, son realmente graves y deben alertarnos sobre lo necesario que es disminuir el estrés.
– Problemas de peso: A menudo los estados estresantes nos incitan a comer compulsivamente, a lo que se le añade que el cerebro deja de percibir correctamente las señales que indican que estamos saciados, es por eso que el estrés se relaciona con problemas de sobrepeso e incluso diabetes.
¿Qué se puede hacer para disminuir el estrés?
Dependiendo de la situación que lo genera y de la tendencia a la ansiedad de cada persona, el estrés puede ser algo muy difícil de erradicar por completo, sin embargo, siempre hay cosas que podemos hacer para reducirlo al máximo.
- Deporte: es un gran aliado contra el estrés. Practicar cualquier deporte destensiona y libera energías que de otra manera se quedan dentro, desgastando nuestros recursos. El simple hecho de caminar dos o tres veces por semana ya marca una gran diferencia, aunque un deporte de más intensidad es más efectivo.
- Alimentación: Llevar una dieta sana y equilibrada, especialmente rica en ácidos grasos omega 3 ayuda a contrarrestarlo, ya que un cuerpo bien nutrido es un cuerpo mejor regulado.
- Actividades relajantes : El mindfulness, la meditación, el yoga o técnicas psicológicas de relajación son muy beneficiosas para reducir al máximo el estrés. A veces, buscar tiempo para uno mismo, tomar un baño, pasear…, ya marca la diferencia.
- Estar en compañía: acompañarnos de nuestros seres queridos y de personas que suponen un apoyo psicológico en los momentos duros o que nos generan ansiedad es otro de los aspectos indispensables para gestionar el estrés. Después de una tarde con alguien (amigo, pareja, conocido,familiar) que te hace sentir apoyado querido y comprendido, los niveles de estrés disminuyen considerablemente. Además, está demostrado científicamente que el contacto físico y las muestras de cariño mejoran la salud de las personas que sufren ansiedad o depresión.