Nuestras emociones no están en el corazón, sino en el intestino.

Un equipo de investigadores han identificado la microbiota intestinal(la microbiota intestinal es la comunidad de microorganismos vivos residentes en el tubo digestivo, es indispensable para el correcto crecimiento corporal, el desarrollo de la inmunidad y la nutrición), la misma que interactúa con las regiones del cerebro asociadas con el estado de ánimo y el comportamiento. Esta es la primera vez en la que las diferencias conductuales y neurobiológicas han sido asociadas con la composición microbiana en seres humanos sanos.

Para este estudio, los científicos buscaron identificar las características cerebrales y conductuales de mujeres sanas agrupadas por perfiles de microbiota intestinal. Así, 40 mujeres suministraron muestras fecales para su perfil y se realizaron pruebas de imágenes de resonancia magnética de sus cerebros mientras veían fotos de individuos, actividades o cosas que evocaban respuestas emocionales.

Las mujeres fueron divididas según su composición de bacterias intestinales en dos grupos: 33 tenían más de una bacteria llamada Bacteroides; en las 7 restantes predominaba la bacteria Prevotella.
El grupo de mujeres con Bacteroides mostró mayor espesor de la materia gris en la corteza frontal y la ínsula, regiones cerebrales involucradas en el procesamiento complejo de la información. También tenían volúmenes más grandes del hipocampo, una región implicada en el procesamiento de la memoria.
El grupo de Prevotella, por el contrario, mostró más conexiones entre las regiones emocionales, atencionales y sensoriales del cerebro y volúmenes inferiores del cerebro en varias regiones, como el hipocampo. El hipocampo de este grupo de participantes fue menos activo al ver imágenes negativas o tristes. También presentaron niveles más altos de sentimientos negativos como ansiedad, angustia e irritabilidad, tras contemplar las mismas fotos con imágenes negativas que el grupo Bacteroides.

El segundo cerebro informa a nuestro estado de ánimo de otras maneras más oscuros, también. “Una gran parte de nuestras emociones están probablemente influenciados por los nervios en nuestro intestino”.
El sistema nervioso entérico utiliza más de 30 neurotransmisores, como el cerebro, y de hecho el 95 por ciento de la serotonina del cuerpo se encuentra en los intestinos. Concretamente el colón irritable es la consecuencia (la diarrea) de esos excesos de serotonina, siendo el estreñimiento la consecuencia de la ocupación completa de los mismos.
Debido a que los medicamentos antidepresivos llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) aumentan los niveles de serotonina, no es de extrañar que los medicamentos destinados a provocar cambios químicos en la mente provoquen problemas gastrointestinales como efecto secundario.

El síndrome del intestino irritable, que afecta a más de dos millones de estadounidenses, es una enfermedad muy comórbida con los trastornos psiquiátricos menores sugiriendo una etiología común. Quizá por eso un exceso de serotonina en nuestras entrañas, podría ser considerado como una “enfermedad mental” del segundo cerebro.

Psic. Marina Meier

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