
El pensamiento divergente o lateral se caracteriza por ser capaz de generar múltiples e ingeniosas soluciones a un mismo problema. Es un enfoque mental espontáneo, fluido y no lineal, basado en la curiosidad y también en el inconformismo. De hecho, es también un tipo de pensamiento muy común en los niños, ahí donde la alegría, la imaginación y la frescura ofrecen más libertad a sus razonamientos.
El pensamiento divergente está de actualidad. En una sociedad acostumbrada a darnos competencias similares llega un momento en que las grandes empresas empiezan a valorar otras aptitudes, otras dimensiones que aporten ingenio, vitalidad y auténtico capital humano a sus proyectos. Así, alguien capaz de ofrecer innovación, creatividad y nuevos objetivos puede convertirse en un gran candidato para muchos de estos proyectos organizacionales.
Sin embargo, hay algo que debemos admitir. Nuestras escuelas, institutos y universidades siguen priorizando en su metodología un tipo de pensamiento claramente convergente. En los años 60, J.P Guilford diferenció y definió el pensamiento convergente y el pensamiento divergente.
A pesar de que él mismo enfatizó la importancia de entrenar a los niños en este último tipo de enfoque mental, las instituciones educativas le han hecho poco caso. Por lo general, han priorizado un tipo de reflexión (o más bien, falta de la misma) donde el alumno debe aplicar un pensamiento lineal y una serie de reglas y procesos estructurados para llegar a una única solución: la que se evalúa como correcta.
Si bien es cierto que en muchas ocasiones esta estrategia es útil y necesaria, admitamos la vida real es lo suficientemente compleja, dinámica e imprecisa como para creer que nuestros problemas tienen una sola opción. Por tanto, necesitamos desarrollar un auténtico pensamiento divergente.
Por ello, son muchos los centros educativos que animan a que sus alumnos no se limiten a dar con la respuesta correcta. El objetivo es que sean capaces de crear y sugerir nuevas preguntas.
Ningún tipo de pensamiento es mejor que otro. El pensamiento convergente es útil y necesario en numerosas ocasiones. No obstante, el auténtico problema está en que nos han “entrenado” para pensar de un solo modo, dejando a un lado (e incluso anulando por completo) esa espontaneidad, ese ingenio y libertad cautivadora.
En muchos cursos orientados a entrenar a las personas en pensamiento divergente, es común que se planteen a los alumnos cuestiones como las siguientes: ¿Qué tipo de cosas podrías hacer con un ladrillo y una birome? ¿Qué tipo de usos se te ocurren si te ofrecemos un cepillo de dientes y un palito?
Somos conscientes de que al principio, puede costarnos un poco obtener si quiera una sola idea. Sin embargo, hay personas capaces de dar múltiples respuestas e ingeniosas ideas porque disponen de un alto potencial en eso que Edward de Bono llamó en su momento “pensamiento lateral”. Para comprender mejor cómo funciona, veamos ahora qué tipo de procesos psicológicos lo forman.
Las redes semánticas o la teoría de la conectividad
El pensamiento divergente es capaz de hallar relaciones entre ideas, conceptos y procesos que en apariencia carecen de similitud alguna. Los psicólogos expertos en creatividad nos dicen que las personas disponemos de diferentes redes mentales de asociación:
- Las personas con redes semánticas “empinadas” se rigen más por la lógica y el pensamiento lineal.
- Por su parte, las personas con redes semánticas “planas” tienen unas redes mentales mucho más conectadas a la vez que laxas. Es decir, a veces relacionan dos cosas entre sí que no tienen sentido, pero poco a poco se van ayudando de otras redes hasta alcanzar una idea ingeniosa e innovadora.
Hemisferio derecho y hemisferio izquierdo
Todos hemos escuchado hablar de esa teoría en la cual nos dicen que el hemisferio derecho es el creativo y el izquierdo el lógico. Por tanto, y según esto, las personas que hacen uso de un pensamiento divergente o lateral harán uso preferencial del hemisferio derecho. Bien, hemos de ser cuidadosos con este tipo de ideas sobre la lateralización o la dominancia cerebral porque en realidad, tienen grandes matices.
No podemos ver al cerebro como a una entidad con áreas delimitadas. De hecho, a la hora de generar una idea, sea ingeniosa, conservadora, lógica o altamente creativa, hacemos uso de la totalidad de este órgano. No obstante, la clave está en cómo conectamos una idea con otra. Las personas más ingeniosas, hacen uso de un pensamiento arborescente, es decir, sus conexiones cerebrales son muy intensas en ambos hemisferios, y no en un solo. La imaginación es el principio de la creación.
¿Cómo puedo entrenar mi pensamiento divergente?
Lo decíamos al inicio, todos nosotros, sea cual sea nuestra edad, podemos entrenar nuestro pensamiento divergente. Para ello nos centraremos en 4 objetivos muy claros:
- Mejorar nuestra fluidez: capacidad para producir gran número de ideas.
- Mejorar nuestra flexibilidad: ser capaces de crear ideas variadas basándonos en diversos campos de conocimiento.
- La originalidad: capacidad para crear ideas innovadoras.
- Mejorar nuestra elaboración: aptitud para mejorar nuestras ideas, para desarrollarlas con más sofisticación.
Ejercicios de sinéctica
“Sinéctica” es un término acuñado por el psicólogo William J. J. Gordon. Significa básicamente ser capaces de hallar uniones y relaciones entre conceptos, objetos e ideas que en apariencia no tienen unión alguna. Este ejercicio requiere de una alta actividad mental, y lo podemos realizar a diario eligiendo nosotros mismos los conceptos. Por ejemplo:
- ¿Qué puedo hacer con un clip y una cuchara?
- ¿Qué relación podrían haber entre el río Limpopo de África con el lago Baikal de Siberia?
Técnica Scamper
Nos será muy útil para crear algo innovador y para entrenar nuestro pensamiento. Por ejemplo, pongamos por caso que debemos generar una idea para nuestro trabajo. Una vez tenemos esa “idea”, la pasaremos por esta serie de “filtros”:
- Sustituye algún elemento de esa idea por otro (¿Qué podemos cambiar de nuestra manera de divertirnos? ¿Y de nuestra forma de trabajar?).
- Ahora combínalas todas (¿Qué podemos hacer para que nuestro trabajo sea más divertido?).
- Adáptalas (¿Qué hacen en otros países para trabajar con menos estrés?).
- Modifícalas (¿Cómo trabajar y no estresarse?).
- Dales otros usos (¿Qué hay en mi trabajo que pueda hacerlo más divertido (aunque no haya sido diseñado específicamente para eso)?).
- Elimina alguna (¿y si entrara un poco más pronto para aprovechar mejor el día?).
- Reforma (¿Qué pasaría si me atreviera a…?).
El estado de ánimo y el buen descanso
El pensamiento divergente va de la mano de la alegría, del optimismo y el bienestar interior. El tener buenas relaciones sociales, el disfrutar de un buen descanso y estar libre de presiones, ansiedad y estrés, optimiza el pensamiento divergente. Queda claro que en ocasiones, en nuestros quehaceres de adultos, en nuestro estilo de vida tan cargado de presiones y preocupaciones, descuidamos gran parte de esas dimensiones tan valiosas. Por tanto, podríamos concluir también en que este tipo de pensamiento nace también de un tipo de actitud hacia la vida, ahí donde poder ser más libres, alegres, inconformistas, abiertos a la experiencia. Cultivemos esas dinámicas.